13 de junio de 2025
Condenaron a prisión perpetua a un hombre que mató a su novia durante el Mundial de Qatar 2022
El femicidio ocurrió en Villa Urquiza el 14 de diciembre, luego de la semifinal donde Argentina le ganó a Croacia. El cuerpo de la víctima recién fue hallado cinco días más tarde. Durante el alegato, la fiscalía había hecho foco en el vínculo “tóxico” que la mujer mantenía con su agresor y cómo éste llevó adelante distintas maniobras luego del homicidio para evitar que la víctima -asesinada de un fuerte golpe en la cabeza- fuera encontrada antes.
El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional (TOCC) N°1 de la Capital Federal condenó el martes a un hombre a prisión perpetua por haber asesinado a golpes a su pareja en diciembre de 2022 en un departamento del barrio porteño de Villa Urquiza, luego del partido de semifinales donde la Selección Argentina de fútbol venció a Croacia durante el Mundial de Qatar 2022. El cuerpo de María Lorena Fernández (47) fue encontrado casi una semana después, ante la preocupación de amigas y compañeras de trabajo que no habían podido localizarla.
Para los jueces Fernando Ramírez, Cinthia Oberlander y Luis Salas, Diego Kelland Cartagena (39) es autor de los delitos de femicidio, homicidio agravado por la relación de pareja y hurto. Los fundamentos de la decisión del TOCC se conocerán el próximo 11 de julio.
En el debate, intervino la Fiscalía General N°1 ante esos tribunales orales, a cargo del fiscal general Horacio Azzolin, quien había solicitado en su alegato la pena máxima a la que fue condenado.
De acuerdo con lo planteado por el fiscal, Kelland Cartagena se encontró con Fernández la noche del 13 de diciembre de 2022 en su departamento de la avenida Olazábal 4477 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Las evidencias recolectadas permitieron establecer que el femicidio ocurrió unas horas más tarde, en la madrugada del 14 de diciembre, cuando la golpeó con un elemento que no pudo identificarse y le produjo una herida contuso cortante en la región frontal izquierda, según estableció la autopsia. Tras esto, el hombre huyó, llevándose el teléfono celular y la computadora de su novia. El cuerpo de la mujer fue hallado cinco días después, el 19 de diciembre por la tarde.
Tanto en la etapa previa como en la sustanciación del debate oral, la fiscalía de juicio contó el apoyo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°42, a cargo de Carlos Arturo Velarde, que se encargó del caso en la etapa de instrucción. La Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (DATIP) se encargó de localizar material que resultó vital para la causa, además del asesoramiento técnico necesario. Por su parte, la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (DOVIC) acompañó a las amigas de la víctimas en su declaración.
“Lorena Fernández falleció de un golpe que le propinó Diego Kelland la madrugada del 14 de diciembre, huyó del lugar llevándose su celular y su computadora y luego hizo todo lo posible para que nadie la busque y nadie la encuentre muerta, en pijama, en su casa”, afirmó el fiscal Azzolin.
Una relación con idas y vueltas
Según explicó el representante del MPF en su alegato, la secuencia de cómo fueron los días previos y posteriores al ataque se pudo reconstruir a través de distintas pruebas e indicios, que dieron cuenta de cómo actuó el ahora condenado.
En primer lugar, explicó que Fernández y Kelland Cartagena se conocieron en un restaurante de la costanera porteña donde ambos trabajaban. Comenzaron una relación en 2021 a pesar de que el hombre se encontraba en pareja con otra mujer, madre de uno de sus tres hijos, que descubrió el vínculo paralelo a través de una serie de mensajes y lo dejó.
La relación entre víctima y agresor fue también comentada por las amigas de Fernández, que sostuvieron que la mujer fue alejándose de su círculo cercano desde el inicio de la pareja. Según pudo reconstruirse, tenían muchos vaivenes: pasaban de grandes declaraciones de amor a peleas y rupturas donde ella lo bloqueaba en WhatsApp.
En el alegato, el fiscal Azzolin repasó algunos de los mensajes principales, que dieron cuenta cómo Fernández se sentía muchas veces angustiada y amenazada. Además, en esas discusiones, le pedía a Kelland “una noche de paz” y le recriminaba haberla “basureado” y manipulado. “¿Tengo que estar con alguien que me obliga?”, se preguntaba ella en uno de los chats que intercambió con su novio.
En una nota manuscrita por el ahora condenado y exhibida por el fiscal en el juicio para mostrar las fluctuaciones que atravesaba la relación, Kelland le decía a la víctima: “Todo esto me sirvió para aprender y no cometer los mismos errores (…) No puedo vivir sin vos, te extraño y te amo como a nadie en el mundo”.
En octubre de 2022, el ahora condenado renunció al trabajo que compartía con la víctima, algo que luego también le reprochó. Al mismo tiempo, reanudó sus mensajes con su expareja. Según mostró el fiscal en su exposición, cuando Kelland estaba en buenos términos con Fernández, bloqueaba a su expareja. Sin embargo, cuando se peleaban, volvía a contactar a la madre de su hijo.
La fiscalía hizo ante el tribunal un análisis de las más de 1.800 páginas de mensajes entre Kelland y su expareja, donde le contaba sus problemas con Fernández pero, a la vez, también sus planes con ella. Además, le habló de un viaje que iba a hacer a México para trabajar, le mostró que había sacado un pasaje pero luego le dijo que estaba arrepentido de esa decisión.
La noche del femicidio
Según los distintos elementos de prueba, se pudo establecer que la víctima estuvo con vida hasta las últimas horas del 13 de diciembre de 2022. Una de sus amigas habló con ella después del partido por las semifinales del Mundial, que terminó a las 18.00. Según la antena cercana al domicilio, el celular de la mujer registró impactos hasta las 23.55.
A eso se le sumó que aquel día Fernández había ido hasta una sede del correo para enviar un telegrama donde comunicaba su renuncia al restaurante donde había conocido a su novio. Según habló Kelland con su expareja, ese fue el motivo por el que no había visto con ella el partido de la Selección Argentina. Sin embargo, contó que sí la había visto aquella noche pero solo unos minutos y sin subir a la vivienda.
Tras mostrar imágenes de cómo fue hallada la víctima, analizar la escena del crimen y descartar la hipótesis de una muerte accidental, la fiscalía hizo foco en que el departamento estaba ordenado, sin rastros de robo, pero que no estaban allí ni la computadora ni el teléfono celular de la mujer asesinada.
La fiscalía marcó que una compañera de trabajo de la víctima recibió un llamado desde un número privado donde una persona, haciéndose pasar por la joven, le decía que estaba enferma y que no iría a trabajar al restaurante. Luego se comprobó que esa línea era de un amigo de Kelland, que aseguró que le había prestado el teléfono.
“La falta de estos dos elementos, sumada a la falta de uso del celular de la víctima luego de esa noche indica que quien estaba en ese momento se los llevó y todo indicaría que lo hizo para evitar que se detecte su identidad. Caso contrario, estos elementos podrían haberse reinsertado en el mercado como suele suceder”, explicó Azzolin.
A eso le sumó que en la escena del crimen también quedaron objetos de valor, una cámara fotográfica y hasta dinero en efectivo. Además, contó con el testimonio de una vecina de la víctima, quien durante el debate mencionó que una nena que pasó esa noche en el departamento escuchó un golpe y un grito durante la madrugada.
En definitiva, marcó que desde el 14 de diciembre de 2022 nadie pudo contactarse con la víctima. Ni sus amigas ni sus compañeras de trabajo. En un mensaje que había sido borrado pero que pudo ser recuperado a través del trabajo de los peritos la DATIP, una de las trabajadoras del restaurante se contactó ese mismo día con Kelland por audio para avisarle que su pareja no se había presentado a trabajar y que no le llegaban los mensajes.
Un crimen que tardó en descubrirse
“Lorena Fernández falleció de un golpe que le propinó Diego Kelland la madrugada del 14 de diciembre, huyó del lugar llevándose su celular y su computadora y luego hizo todo lo posible para que nadie la busque y nadie la encuentre muerta, en pijama, en su casa”, afirmó el fiscal Azzolin.
En ese sentido, analizó el registro de posicionamiento de las antenas y cómo su teléfono celular impactó antes de la 1.00 de la madrugada en las cercanías de la casa de su pareja. Luego, pasadas las 3.12, ya figuraba en su domicilio.
“Si la víctima murió en su domicilio a partir de las primeras horas del 14 de diciembre, si podemos considerar probado que alguien con acceso previo al edificio estuvo en su domicilio cuando murió, si consideramos que la muerte fue violenta por el golpe detectado, las manchas de sangre en velocidad y el grito y golpe que escuchó una niña y si consideramos que Kelland, con acceso al inmueble, estuvo allí a la hora en la que eso sucedió, la conclusión es que el encuentro entre Kelland y Fernández no fue en la puerta de su casa por un ratito sino fue en el interior de su inmueble”, resumió el fiscal.
Repasó entonces la actividad del celular, que mostró cómo, a partir de la mañana del 14 de diciembre, volvió a una especie de “normalidad” con su expareja y madre de su hijo, a tal punto que se quedaba a dormir en esa casa. Esa noche fue contactado por una amiga de la víctima, que se manifestó preocupada por no tener noticias de ella. La misma mujer le habló al día siguiente y él le aseguró que pasó dos veces por la casa de Fernández pero que no tuvo respuesta.
Desde el 14 de diciembre nadie pudo contactarse con la víctima. Un mensaje borrado del celular del condenado, que pudo ser recuperado por los peritos la DATIP, evidenció que una compañera de trabajo de ella se contactó con Kelland por audio para avisarle que su pareja no se había presentado a trabajar y que no le llegaban los mensajes.
Sin embargo, de acuerdo con el posicionamiento de su teléfono celular, que se pudo establecer a través de las antenas, la línea no volvió a impactar en el domicilio de Villa Urquiza desde el 14 de diciembre. Kelland también le había manifestado a su expareja que había pasado por la casa de Fernández, ante el comentario de ella sobre llamar a la policía.
A todo ese contexto, la fiscalía le sumó el dato sobre el llamado que recibió una compañera de trabajo de la víctima desde un número privado donde una persona, haciéndose pasar por la joven, le decía que estaba enferma y que no iría al restaurante. Luego, se comprobó que esa línea era de un amigo de Kelland, que aseguró que le había prestado el teléfono. Además, desde esa misma línea y con diferencia de minutos, también se registraron comunicaciones al teléfono celular del ahora condenado. Tras analizar la información, la fiscalía tuvo por probado que los llamados entrecruzados fueron parte de la estrategia que diseñó el hombre para crear su propia coartada.
Como parte de esa misma maniobra, Kelland llamó ese 15 de diciembre a la amiga de Fernández para comentarle que la víctima se había contactado para decirle que no quería saber más nada con él. Esa misma versión le contó también a la madre de su hijo, con quien reanudó su vínculo afectivo e incluso planificaba pasar las fiestas de fin de año con ella. No obstante, la fiscalía tuvo por probado que en el momento de esa supuesta llamada, la víctima ya estaba muerta.
Para el representante del MPF, Kelland intentó demorar lo más posible el hallazgo del cuerpo ya que en todo momento intentó “tranquilizar” a quienes estaban buscando a Fernández. “Seguramente pensó que justificando la enfermedad ganaría tiempo hasta que llegara el telegrama de renuncia, que sabía que ella había mandado; no sabía que no había podido ser entregado, y de ahí que sus empleadores siguieran buscándola”, señaló.
“Pues bien, la no llegada del telegrama de renuncia y el intenso olor que generó la descomposición del cuerpo en esos días de calor generó el descubrimiento del cuerpo mucho antes de lo previsto”, consideró el fiscal y agregó: “Sus mensajes con la víctima aparecen extrañamente borrados de su celular, junto con toda la base de datos de WhatsApp”.
Al momento de solicitar la pena, la fiscalía había dejado en claro que el asesinato de Fernández se dio en un contexto de violencia de género. Para ello, se centró en el artículo 5 de la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, que describe los distintos tipos de violencia. Allí está descripta la psicológica, que “causa daño emocional y disminución de la autoestima”. A partir de esa violencia, se busca “degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y decisiones, mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito, manipulación y aislamiento”.
Durante el alegato del MPF, se detallaron las características de la relación de pareja, en especial a partir de los mensajes recuperados del teléfono del imputado. Esa interacciones entre ambos dejaron en evidencia la violencia psicológica ejercida por el agresor.