Viernes 13 de Junio de 2025

22 de junio de 2022

Chascomús Lazos de Familia que no pudo romper la injusticia

Aqui van las palabras de Anto: Nieta de Fermín Basualdo.

No los culpo, si un día llegan a matar a mi primo, a mi hermano, a mi hijo, yo también buscaría culpables. Pero déjenme contarles un relato innecesario para ustedes, pero que tengo la necesidad de compartir. Cuando se llevaron a mi abuelo yo tenía apenas 7 años, recién cumplidos, y aunque no crean, recuerdo mucho de lo que ocurría esos años. Mi abuelo, un señor siempre encantador conmigo, juguetón, un buen protector y cómplice de travesuras, un día “se fue de vacaciones” y luego, escuchando tras las puertas y espiando de noche a mi familia, fui descubriendo cosas, como que mi abuelo estaba preso, pero que es inocente; yo no entendía cómo podían hacerle algo asi a alguien inocente, me explicaban pero mi mente de apenas 8 años de edad no terminaba de cerrar. Yo no entendía que tan cruel e injusto podía llegar a ser el mundo, luego llegaron los hostigamientos, una vecina mía cada vez que me veía o pasaba a un lado mío, me decía cosas horribles, de cosas que yo no entendía. No entendía nada, solo que la única vez que fui a ver a mi abuelo, no tenía que llorar, para que él no esté triste. Me aguante las lágrimas, y seguro él también. Ya no había más juegos, no había más travesuras. Ya no había más del señor siempre encantador, pues sus ojeras ocupaban partes de su rostro, y sus arrugas eran más notorias, pero no la de los ojos por tantas sonrisas, sino las de la frente, por tanto estrés, tanta abrumación, tanto dolor. Yo era una niña que no entendía porque si mis papás y mis tíos se esforzaban en ayudar, todo solo iba peor y peor. Hasta que un día mi abuelo volvió, recuerdo haber preparado semanas una súper bienvenida con mi prima, era un día muy feliz, porque él volvía. Ya no podíamos correr por el patio, porque su pulsera no se lo permitía, recuerdo que a una habitación no podia ir por la misma razón, y no recuerdo haberlo visto romper ni esas simples reglas. Hace poco lo vi de nuevo, ahora tengo 18 años, pasaron unos 5 años sin verlo. Los años de amargura le pasaron por encima, pero ahí está, luchando, sin darse por vencido, ya con 70 años. No todos pueden decir que tienen la misma perseverancia de ser libres con 70 años. Pero tampoco todos los que tienen 70 años fueron juzgados y culpados injustamente. Vi a un señor, sí. Ya no era tan encantador como lo veía allá en el 2011, pero ahora lo vi con cierta admiración, a pesar de todo lo que debe haber vivido ahí adentro, nos sonrió al vernos, nos sonrió mientras comíamos, y su sonrisa se mantuvo al despedirse, aunque está un tanto más melancólica. El señor que vi, se había perdido mi comunión, mi confirmación, mi salida de la primaria y secundaria. Pero ahora que entiendo ciertas cosas, tengo esperanza, tengo fe, de que él pueda ir a su casa, estar con su esposa que lo espera día tras día, hace 11 años. Que pueda ir a hacer las pastafrolas que disfrutaba preparar, y disfrutar a sus nietos, a su bisnieta. Que pueda vivir lo que le queda de vida en una cama calentita, tomando té de boldo todos los días como solía hacerlo, que pueda sonreír en cuenta de tanto llanto y tanto sufrimiento. La justicia injusta rompió muchas cosas, no solo una vida, también habían vidas anexas a esa que salieron lastimadas. Dejen que un hombre inocente viva lo que le queda de una forma digna, y hagan las cosas bien de una vez, para variar.

COMPARTIR: