Mendoza en llamas: una jornada marcada por la violencia y la tragedia
La provincia de Mendoza vivió una de las jornadas más críticas de los últimos tiempos, con una sucesión de episodios que dejaron al descubierto una profunda crisis social, institucional y de seguridad.
El primer hecho que generó conmoción ocurrió en el ámbito escolar, cuando una niña ingresó armada a una institución educativa y efectuó varios disparos. El estruendo de los tiros desató el pánico entre docentes, alumnos y padres que rápidamente fueron evacuados. Afortunadamente, no se registraron víctimas fatales, pero el episodio dejó una marca de miedo en la comunidad y reavivó el debate sobre la falta de controles, la violencia que atraviesa a la niñez y el preocupante acceso a armas de fuego por parte de menores.
Casi en simultáneo, el sistema penitenciario provincial se vio sacudido por un violento motín en el Complejo Penitenciario N° 2 de San Felipe, donde un grupo de internos se rebeló contra el personal penitenciario. Según trascendió, los disturbios incluyeron destrozos, quema de objetos y enfrentamientos con las autoridades carcelarias. El clima de tensión obligó a movilizar a fuerzas especiales y refuerzos de seguridad para contener la situación. Familiares de los presos se acercaron a las inmediaciones preocupados por el desenlace, mientras se investigan los motivos que originaron la revuelta.
Como corolario de una jornada cargada de violencia y tensión, llegó una noticia que golpeó de lleno a la fuerza policial: la Subayudante Melina González, integrante de la Policía de Mendoza, decidió quitarse la vida con su arma reglamentaria. El trágico hecho fue confirmado por sus compañeros, quienes expresaron un profundo dolor por la pérdida. El caso no solo expone la fragilidad emocional que muchos efectivos atraviesan, sino también la urgencia de políticas de acompañamiento psicológico dentro de las fuerzas de seguridad.
Tres hechos diferentes, pero todos atravesados por una misma realidad: la vulnerabilidad social, la violencia sin freno y la falta de contención en distintos ámbitos de la vida mendocina. La sucesión de estos episodios dejó a la provincia en estado de alarma y abrió un debate sobre la necesidad de replantear estrategias de seguridad, prevención y cuidado tanto en el plano educativo como en el penitenciario y el policial.
La conmoción es generalizada y el pedido de respuestas inmediatas por parte de la sociedad se hace escuchar cada vez con más fuerza.